Foto extraída de www.directoalamesa.com |
Concretamente, se cuenta que durante la época medieval en las bodegas de lo que en la actualidad es Castilla La Mancha, cuando se daba a catar un vino de mala calidad o un vino picado a un potencial comprador, estos iban acompañados de un plato de rico queso manchego en aceite. Lejos de ser un detalle de los bodegueros, el queso formaba parte de un curioso engaño.
Y es que el queso contiene unas proteínas que limitan el poder de degustar otros sabores. Esto hace que sea capaz de engañar a las papilas gustativas haciéndolas insensibles a ciertos defectos de los vinos malos, a la vez que resalta sus cualidades. Los antiguos comerciantes de vino conocían de primera mano el efecto que el queso tenía sobre el vino y sacaban gran partido de ello.
Sin embargo, el cliente, totalmente satisfecho con su compra, cuando volvía a casa e invitaba a sus amigos a catar esos maravillosos vinos adquiridos, se daba cuenta de que SE LA HABÍAN DADO CON QUESO.
Así que, si en alguna ocasión invitas a gente a casa y los vinos que tienes no son buenos, acompáñals con un buen plato de queso curado y seguro que triunfarás.
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