Hablar de Leonardo Da Vinci es hablar de uno de los personajes más reputado del Renacimiento italiano. Considerado el paradigma del homo universalis renacentista, incursionó en campos tan variados como la aerodinámica, la hidráulica, la anatomía, la botánica, la pintura y la arquitectura, entre otros. Cómo no podría ser de otra forma, Leonardo también hizo una incursión en el mundo de la cocina.
Leonardo Da Vinci |
En los últimos días y gracias a mi suegro, German Ramallo, ha llegado a mis manos el libro "Notas de cocina de Leonardo Da Vinci" del que hoy me dispongo a contar un capítulo. La historia trascurre mientras Da Vinci estuvo sirviendo para Ludovico Sforza, más conocido cómo "el moro", gobernador de Milán, entre 1481 y 1499. En este periodo el creador de La Gioconda creó un listado de normas, podríamos decir que protocolarias, que tenían que seguir las personas que se sentaran en la mesa junto a su señor Ludovico y que a continuación paso a detallar:
- Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
- No ha de poner la pierna sobre la mesa, ni sentarse bajo la mesa en ningún momento.
- No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.
- No ha de tomar comida en el plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento.
- No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.
- No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa, ni utilizar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.
- No ha de limpiar su armadura en la mesa.
- No ha de tomar la comida de la mesa y ponerla en su bolso o faltriquera para comérsela mas tarde.
- No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornar la fruta mordida a esa misma fuente.
- No ha de escupir frente a mi señor, ni tampoco de lado.
- No ha de pellizcar, ni golpear a su vecino de mesa.
- No ha de hacer ruidos de bufidos, ni se permitirá dar codazos.
- No ha de poner el dedo en la nariz o en la oreja mientras esté conversando.
- No ha de poner los ojos en blanco.
- No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa, ni tampoco serpientes, ni escarabajos.
- No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar imporperios, ni tampoco proponer acertijos obscenos.
- No ha de conspirar en la mesa ( a menos que lo haga con mi señor)
- No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor, ni juguetear con sus cuerpos.
- Tampoco ha de prender fuego a su compañero de mesa mientras permanezca en la mesa.
- No ha de golpear a los sirvientes (a menos que sea en defensa propia).
- Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.
Veréis que se intentan corregir ciertas conductas, totalmente impensables en la actualidad, pero muy comunes en el siglo XV. Además, a todos estos puntos le añade que una persona con educación no se debe sonar la nariz con el mantel de la mesa. ¿Verdad que no tiene pérdida?
PD: En otro post hablaré sobre el papel tan importante que Da Vinci jugó en la invención de la servilleta.
Ahora me preparo para ir a comer al restaurante Toscana (el nombre, por lo menos, es italiano). Procuraré seguir al pie de la letra esas útilies normas de conducta. Hasta ahora había vomitado en el plato del vecino, creo que dejaré esa fea costumbre. Lo de sonarme con el mantel no era posible antes, pues la mesa de mi apreciado restaurante no lo tiene. Gracias por tan prácticas normas de conducta que, siguiéndolas, harán de mí un caballero bien educado en situaciones gastronómicas.
ResponderEliminarpero por dios!! En que casa servia este hombre????!!!! oh my god...
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