Uno de los desayunos o meriendas más repetidos suele ser un buen vaso de leche acompañado por galletas maría. Pero, ¿sabéis por qué estas galletas adquieren esta denominación? Si leéis este nuevo post lo conoceréis.
Corría el año 1874 cuando en la ciudad de Londres se oficiaba la boda entre la Gran Duquesa María Alexandrovna de Rusia y Alfredo de Sajonia- Coburgo- Gotha, duque de Edimburgo. Cómo podéis imaginar tan distinguido enlace recibió multitud de regalos y parabienes. Pues bien, Peek Freans, afamado pastelero inglés creó una humilde galleta y, en homenaje a la novia, la bautizó con el nombre de galleta maría.
Con el paso de los años, esta galleta se ha extendido y popularizado su uso en países tan dispares como , Australia, India o Sudáfrica. Ni que decir tiene que en nuestro país también cuenta con una fama y prestigio reconocido, siendo introducida a principios del siglo XX por Artiach. Pero donde adquirió un gran reconocimiento fue tras la Guerra Civil dado que la convirtió en un símbolo de la recuperación económica al producirse masivamente para consumir los excedentes de trigo.
Antes de terminar, habréis visto que he escrito "galleta maría" en minúsculas y es que los nombres de alimentos, cócteles se escriben con minúscula , aunque si la denominación incluye algún nombre propio, este conserva la mayúscula (tarta de Santiago). Pero si el nombre pasa a designar por sí solo la elaboración, se escribe con minúscula, como por ejemplo, magdalena. Esto ha ocurrido con las galletas maría, cuyo nombre se ha lexicalizado (se ha vuelto «común») y se puede hablar de marías, en minúscula y plural, para referirnos a ellas sin problemas.
Actualmente hay muchas galletas parecidas a las "maría". A mí me llaman la atención las "leibnitz", con el nombre del famoso filósofo y científico alemán que vivió cerca de Minden.
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