sábado, 22 de noviembre de 2014

El origen de la palabra compañero y su relación con el pan

El pan es un alimento que ha acompañado al ser humano a lo largo de miles de años (se han encontrado pan petrificado en los alpes suizos que datan de la Edad de Piedra), siendo uno de los alimentos más importantes a lo largo de la historia. En este post no vamos a hablar del origen del pan, pero si sobre una de sus más desconocidas curiosidades. Y es que muy poca gente sabe que el pan es el causante directo de la creación de la palabra compañero, una de las palabras más utilizadas en nuestro día a día. ¿Queréis conocer esta curiosa historia? Vamos a ello.



La procedencia etimológica de la palabra compañero la encontramos en el latín ‘cumpains’. El prefijo com (cum en latín) equivale a “al mismo tiempo”, viene del termino “compartir”. Y el término “pañero” que procede del termino “pains” antes comentado, significa “juntos”  y su   significado  era "la acción de comer con alguien de un mismo pan". 



En cuanto al momento histórico en el que pudo comenzar a usarse la palabra compañero encontramos varias hipótesis. Hay expertos que  lo sitúa en ‘la Última Cena’ en la que Jesucristo  compartió el pan con sus compañeros de mesa (los doce Apóstoles), siendo una costumbre trasladada a los religiosos que difundieron su mensaje evangelizador, tomando el pan la forma de ‘hostia consagrada’. 
Hay quien apunta a San Ignacio de Loyola, fundador de la orden religiosa de la Compañía de Jesús (Compartiendo pan con Jesús) allá por  el siglo XVI.
Sin embargo, otros sitúan el momento muchos años antes y dicen  que se originó en los trashumantes y aquellos viajeros que compartían su pan con otros, naciendo de ahí un acto de fraternidad y compañerismo.

Con el paso de los años, el término compañero varió su significado. Actualmente la utilizamos para designar, cómo dice la cuarta acepción de la RAE para esta palabra, a aquella persona que tiene y corre una misma suerte con otra.






¿Por qué lloramos cuando cortamos o partimos cebollas?



A lo largo de los años se han dado diferentes remedios para evitar el lagrimeo a la hora de cortar cebollas. La más sencilla es introduciendo la cebolla en el frigorífico, lavando el cuchillo o la misma cebolla con agua fría antes de pelarla. La reacción enzimática, como cualquier reacción química, se produce más despacio a baja temperatura. En este caso, al enfriar la cebolla ralentizaremos la formación de los compuestos productores de la irritación y podremos cortar la cebolla sin las molestias tan conocidas por todos.

También hay gente que se pone gafas o pañuelos de gasa traslúcida, cosa poco recomendable porque pierde visibilidad. Otro remedio puede ser el "patentado" por mi suegro que parte la cebolla debajo de la campana extractora para que absorba los gases emitidos por esta. Probadlo, yo lo hice y funciona.