martes, 21 de octubre de 2014

El pan de los muertos, una tradición muy arraigada en México

En la tradición católica  se celebra el 1 de noviembre el día de "Todos los Santos" y el 2 de noviembre, el día de "Los Fieles  Difuntos". Estas fechas coinciden en el tiempo con la celebración del Día de Los Muertos que ciertas culturas celebran desde tiempos inmemoriales. Un ejemplo de esta tradición ocurre en México donde, como suele ocurrir en días muy señalados en cualquier cultura, hay una elaboración típica que está muy arraigada entre la población, que se degusta en estas fechas y que es sobre la que vamos a tratar el día de hoy, el Pan de Muerto.

Pan de muerto con azúcar
 
Cómo hemos comentado en el párrafo anterior, en México, al igual que en España, los primeros días del mes de noviembre son utilizados para realizar diferentes ofrendas florales y para visitar los cementerios en honor a los fallecidos. No obstante, en el país azteca la comida no puede faltar  en las ofrendas a los difuntos y se incluyen productos como calabaza, mole, café, chocolate, arroz, caña, jícamas, flores de cempasúchil, pero sobre todo el Pan de Muerto en el que la masa es ligeramente dulce y puede ir espolvoreado con semillas de ajonjolí o convertirlo en un pan más dulce con una cubierta de mantequilla y azúcar. Este tiene un significado, el círculo que se encuentra en la parte superior del mismo es el cráneo, las canillas son los huesos y el sabor a azahar es por el recuerdo a los ya fallecidos

Este pan de muerto lo podemos clasificar de las siguientes maneras:
  1. Antropomorfos, son aquellos que representan la figura humana
  2. Zoomorfos, aquellos que tienen figura de animales como aves, conejos, perros, mariposas, etc.
  3. Fitomorfos, son representaciones de diversos vegetales como árboles, flores, etc.
  4. Mitomorfos, aquellos que no son ninguno de los anteriores y que representan figuras fantásticas.
 
Para encontrar el origen de este delicioso pan tenemos dos versiones, una es anterior a la ocupación de los españoles y otra posterior. Concretamente para la más reciente debería remontarnos a la época en las cual se llevaban a cabo sacrificios humanos y a la llegada de los españoles a la entonces Nueva España (ahora México), en 1519. Y es que  como parte de un ritual ofrecido a los dioses, el corazón de una princesa latiendo era depositado en una olla con amaranto y quien encabezaba el rito mordía al órgano vital en agradecimiento.
Pan de Muerto con semillas de ajonjolí

Los españoles rechazaron rápidamente este tipo sacrificios y decidieron  realizar un pan de trigo en forma de corazón cubierto en azúcar de color rojo que simulaba la sangre de la sacrificada. Esto lo recoge José Luis Curiel Monteagudo, en el libro "Azucarados Afanes, Dulces y Panes", donde comenta: "Comer muertos es para el mexicano un verdadero placer, se considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía, se desafía a la muerte, se burlan de ella comiéndola"

Otros historiadores sostienen que el nacimiento de ese pan se basa en un rito que hacían los primeros pobladores de Centro América  que enterraban a los muertos con sus pertenencias. En el libro "De Nuestras Tradiciones" se narra la elaboración de un pan compuesto por semillas de amaranto molidas y tostadas, mezclado con la sangre de los sacrificios que se ofrecían en honor a Izcoxauhqui, Cuetzaltzin o Huehuetéotl. En este pan hacían ídolo de Huitzilopochtli que después encajaban un pico y, a manera de sacrificio, le sacaban el corazón en forma simbólica, pues el pan de amaranto era el corazón de ídolo. Posteriormente se repartía entre el pueblo pedazos del pan para compartir la divinidad. De ahí se piensa que surgió el pan de muerto, que fue poco a poco cambiando hasta llegar al actual. 


Ya sea una u otras la verdadera historia de sus orígenes, lo que podemos asegurar es que el pan de muerto es una gran y deliciosa tradición que, si visitáis México, no debéis dejar de probar.

Salud!


 

 

     
     

     
     

     
     
     


    1 comentario:

    1. Debe estar muy bueno, aunque a primera vista parece un poco una mona de pascua con figuricas. En nuestra visita a México Germán y yo perdimos la oportunidad de probarlo (la próxima vez será). Si los mexicanos fueran tan espabilados como los italianos ya lo habrían convertido en artículo de exportación internacional, como su panetone.

      ResponderEliminar