viernes, 7 de febrero de 2014

El cruasán, una pieza de bollería resultado de una guerra


Cruasán


Uno de los recuerdos que tengo más presentes de mi niñez era levantarme los domingos por la mañana y acercarme a la confitería que había al lado de casa, para comprar alguna pieza de bollería. A menudo dudaba entre hacerme con una napolitana, con un cruasán  o con un rollo con almendras con crema. Normalmente, me solía inclinar por este último aunque si tenía dinero optaba por comprar los tres. Pues bien, hoy me he despertado con algo de añoranza de aquellos tiempos y, como una especie de pequeño homenaje, me he planteado investigar sobre el rey de la bollería, el cruasán.


Sin lugar a dudas, si me hubiesen preguntado el origen del cruasán hubiese contestado que el país de creación era Francia. Pero nada mas lejos de la realidad. Al igual que con la tortilla francesa, los habitantes de nuestro país vecino poco tuvieron que ver con los primeros pasos de esta pieza de bollería. Y es que su origen lo tenemos que buscar en Austria, concretamente en la preciosa ciudad de Viena y lleva consigo un historia muy interesante. ¿Me acompañáis a conocerla?

A finales del siglo XVII sobre el continente europeo se cernía la sombra de una gran amenaza venida desde el poderoso imperio otomano. Los turcos consiguieron conquistar un vasto territorio que incluía la zona de Oriente Medio y el Norte de África, limitando al oeste con Marruecos, al este con el mar Caspio y al sur con Sudán, Eritrea, Somalia, y Arabia, además ambicionaban con ampliar sus dominios entrando en Europa. En poco tiempo se anexionaron Hungría y todas las tierras regadas del Danubio. El próximo objetivo de su imparable avance era Austria y, sobre todo, su capital Viena.

En  el año 1683 nos encontramos con Viena, totalmente sitiada y cercada, resistiendo y repeliendo estoicamente una tras otra las embestidas de las tropas otomanas. El visir que dirigía a los turcos, Kara Mustafá, ideó un fantástico plan para conquistar la ciudad, construir por la noche un túnel para que su ejército pudiese superar las murallas y derrotar al ejército enemigo. No obstante, no contó con un gremio que trabaja hasta altas horas de la madrugada: los panaderos.

Y es que los panaderos, sorprendidos y alertados por los ruidos, dieron parte a los militares austriacos, quienes encontraron el túnel y lo utilizaron para atacar, en un movimiento relámpago, a unos sorprendidos turcos. Esto hizo que el visir tuviese que levantar el sitio sobre la ciudad y retirar su ejercito. Posteriormente, Mustafá y los suyos fueron derrotados y expulsados de Austria por las tropas de Juan III Sobieski de Polonia.

El emperador Leopoldo I, como agradecimiento por el valor demostrado, dio gran reconocimiento al gremio de los panaderos, quienes elaboraron dos piezas nuevas para conmemorar el triunfo. Estas piezas eran el "emperador" y la "medialuna" que recordaba la bandera de los perdedores de la contienda.

Esta "medialuna" gustó mucho y fue exportada a otros países de Europa. A Francia llegó en 1838 cuando un oficial austriaco, August Zang, abrió una panadería vienesa. El éxito de las "medialunas" fue increíble y de inmediato fue imitado por otros. Pronto los franceses la denominaron "croissant", hicieron la idea suya y ayudaron a difundirla internacionalmente. De esta forma ha llegado a nuestros días.

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